Tiempo después Anastasio sacó una cita con la terapeuta.

-Que milagro Anastasio. ¿Cómo estás?

– Sabe que ya nos divorciamos Marcia y yo.

-Si, algo así supe

-Pues mi problema es otro.

-Dime.

-Tengo una nueva pareja.

– ¿En serio? ¿No es un poco pronto?

-Es una joven con la mitad de mi edad.

-Ah – expreso ella.

-Y mi problema es que quiere que nos casemos lo antes posible

– ¿Qué es lo que la motiva a pedirte eso?, las jóvenes no suelen buscar el matrimonio tan pronto, y menos ahora en que tienen sus metas personales.

-Creo que es porque le comenté que tenía planes para mi retiro. En unos años me darán mi pensión. No quiero pensar en que es por interés, pero quizás si… no lo se

– ¿Qué sientes por ella?

-Al principio me sentí extasiado. Me halagaba mucho que me admirara. Que dijera que soy atractivo, a pesar de mi edad. Usted sabe. Una joven guapa que se arregla mucho y huele bien.

– ¿Y ahora? ¿Qué crees que está pasándote?

-Eso es lo que necesito saber.

Durante unas semanas, Anastasio fue descubriendo lo que había detrás de esa relación. Lo cual lo llevo a dudar del siguiente paso.

Luego de esas sesiones con la terapeuta. Anastasio se alejó por un tiempo.

Una tarde, la terapeuta recibió una llamada. Era Anastasio. Parecía urgente.

-Dime Anastasio, ¿Cómo te puedo ayudar? Me dijo mi secretaria que era urgente.

-Doctora, ¿Es normal que uno quiera volver con su exesposa?

– ¿Eso querrías?

– ¿Me puede atender lo más pronto posible?

Esa sesión fue clave en estas dos vidas.

Anastasio narró cada detalle a partir de que se divorció de Marcia. Como ella -fruto de su trabajo interior- se había convertido en una hermosa mujer cuyas virtudes fueron brillando no solo para ella, sino también para su exmarido.

El describió como Marcia jamás hablo mal de él, aun cuando se enteró de su nueva relación con esa joven mujer. Cada vez que iba por sus hijos para llevarlos de paseo en fin de semana, Marcia simplemente los alistaba. Incluso, entre semana, llego a invitarle a comer si el por su trabajo no había tenido tiempo de hacerlo.

Comenzó a darse cuenta de que ella jamás había pensado en ella misma. Ahora que se atrevió a emprender con ese entusiasmo y empeño, un cierto atractivo comenzaba a cautivarlo.

En cambio, la joven mujer era atractiva físicamente, pero parecía vacía. Lo que parecía interesarle, era asegurar su futuro económicamente. Quería que la paseara, le comprara cosas, pero no se preocupaba por las cosas de él. Veía ahora las grandes diferencias entre ambas. Lo peor era que la joven le exigía que arreglara todo para protegerla si le faltara.

No deseaba hacer las cosas forzado. En cambio, cuando Marcia fue capaz de dejarlo ir, sin reclamos, sin rencor, él se había atrevido a iniciar una nueva vida. Pero ella también.

Pasaron casi 6 meses. Otra llamada a la terapeuta.

– ¿Dra. Ana? -estamos afuera de su consultorio. La voz era conocida.

– ¿Anastasio? -dijo ella

-Anastasio y Marcia. -afirmo él.

Dentro del consultorio ambos sonreían. Habían decidido casarse nuevamente. Le traían la invitación para su boda. Esta vez se casarían por la iglesia por primera vez.

La terapeuta derramó algunas lágrimas. Era la primera vez que algo así le pasaba con sus pacientes. Esta vez el amor había triunfado.

¿Qué si fue a la boda la terapeuta?

Nunca se lo hubiera perdido.