Trabajando en este mundo del coaching nutricional he tenido múltiples clientes con los cuales he aprendido que existe una gran brecha entre lo que pensamos que debe ser y lo que realmente funciona en la práctica. Les comparto esta estrategia para mejorar tu forma de comer y logres tus objetivos:
Escenario 1: Comida con amigos, familiares, fuera de casa, etc.
Si eres un atleta profesional o culturista necesitas planes de comidas para prepararse para el entrenamiento y la competencia, ellos deben comer todo medido y calculado… Pero la mayoría de nosotros no necesitamos ese nivel de precisión quirúrgica.
Normalmente no comemos «gramos» de cosas, ni nos referimos a los alimentos por sus nutrientes (como «ácidos grasos omega-3»). En cambio, comemos alimentos como: Hamburguesas, tacos y burritos, ensaladas, pastas y fideos, sándwiches, wraps, pitas, guisos, cereales o granola, frituras…
En pocas palabras: si quieres comer mejor, no es necesario ser raro o tan meticuloso. No necesitas pesar y medir todo, o contar tus almendras.
Pregúntate: “¿Alguien me está pagando por hacer esto?» Si la respuesta es no, es probable que no necesite este tipo de enfoque.
Respuesta: Solo necesitas pensar en lo que ya estás comiendo y cómo podrás mejorarlo un poco.
Piensa en cambiar y sustituir. Juega solo con un grupo de alimentos, experimenta con estas variables: qué comes, y cómo lo comes
– ¿Cómo puedes «hacer que esta comida sea un poco mejor» en cada situación?
– ¿En qué situaciones es más fácil o difícil?
Cuando tus opciones son limitadas (por ejemplo, cuando viajas o comes en la cafetería), ¿cómo puedes cambiarlo a «un poco mejor» siendo realista con lo que tienes al alcance.