Nuestra historia comienza en una provincia de la República Mexicana, en una pequeña ciudad cerca del mar.
Maru a sus 52 años, vivía sola con sus 2 gatos en una casita pequeña pero muy mona, adornada a su gusto. Cuando Maru estaba casada con Javier a él no le gustaban ni los gatos, ni el estilo sencillo pero muy confortable con el que ella quería vivir.
Maru realmente se esforzó en hacer que las cosas funcionaran, pero no fue así.
Un mal día (hoy quizás buen día), Javier le dijo a quemarropa
-ya no puedo vivir aquí, me voy
-Espera, busquemos ayuda…
-No creo en esas cosas. Es mejor que cada uno siga su camino.
La voz de Javier retumbó durante días y noches en la mente de Maru.
Ella ya lo intuía… Él se había enamorado de otra persona…
Maru a pesar de ser una mujer fuerte y valiente, no estaba preparada para enfrentar algo así. Después de que los hijos se fueron e hicieron su vida, su relación con Javier había empeorado. Era evidente que no coincidían en muchas cosas, él era un hombre muy seguro de sí mismo, lleno de planes profesionales, con altas expectativas de crecimiento laboral y económico. Maru en el fondo era una mujer sencilla que gustaba de las cosas simples, pero le había impresionado Javier cuando lo conoció. Era 10 años menor que él, quizás eso había influido.
Pero esta tarde en la clase de arte a la que por fin se había inscrito. Conoció a Salvador. Su profesor de arte. Quien le había hecho algunas observaciones acerca de su deseo de pintar un bello paisaje imaginario.
Pasaron las semanas y los meses (2 para ser exactos) y cada tarde al término de la clase Él le invitaba un café, en un pequeño restaurante a tan solo unas cuadras de la escuela de arte.
-Maru, ¿alguna vez estuviste casada?
– Si – dijo ella bajando la mirada
-Yo también agregó él
– ¿Por qué me preguntas eso ahora?
-Quiero conocerte más.
-Mmmm -contesto ella mientras titubeaba
– Simplemente tratarte más. Eso es todo
Luego de 3 meses se fueron conociendo poco a poco. Y fueron dándose cuenta de aquellas similitudes que tenían…
– ¿Sabes? Nunca había conocido a una mujer que no pareciera tener prisa por tener una relación.
– ¿En serio? Contesto ella. Tocándose suavemente su cabello
– ¿Y sabes algo más? Cuando terminamos la madre de mis hijos y yo, realmente pensé en no volver a querer salir con nadie. Eso fue al principio. ¿Y tú? ¿Cómo te fue a ti con tu divorcio?
Maru no quería hablar de eso. Y se lo dijo
-Prefiero no tocar ese tema. Lo único que te puedo decir es que es algo que ya trabajé con mi terapeuta durante mucho tiempo.
-En serio? Yo aun estoy en terapia… Ya no me da pena decirlo.
No hizo falta mucho tiempo más para saberlo. Ambos estaban listos.
A veces la vida nos arrasa con fuerza cuando no estamos preparados para vivirla. ¿pero quién está realmente preparado? Solemos ir por la vida dando tumbos, a veces creyendo que la vida es injusta, a veces solamente actuando desconectados o distraídos, llenando nuestro sufrimiento con entretenimiento sin sentido. Dándole “sentido” a nuestro vacío.
¿Para quién o quiénes son las terapias?
Para quienes un buen día se dan cuenta que…
- No hay injusticias, son solo consecuencias de ese adormecimiento emocional
- Que hay una forma de vivir mejor
- Que nadie puede salir de sus problemas sin ayuda.
Como psicóloga y facilitadora de grupos de crecimiento, tenemos mi esposo (coterapeuta y facilitador) un programa para transformar tu vida paso a paso, de forma grupal, con la ventaja de una inversión menor y a tu ritmo.
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