Dicen los que observan las estrellas, que cuando cumples años el sol vuelve al lugar exacto del universo en el que se encontraba el día que comenzaste a transitar por la tierra, cuando abriste los ojos por primera vez.
Así, la luz vuelve a iluminar a la luna y a los planetas desde el mismo punto del espacio de aquél vibrante momento en el que inició tu existencia, el cosmos se vuelve a alinear mirando hacia ti.
Ese momento estelar sólo se repite una vez en el año y por eso decimos que celebramos haber completado una nueva vuelta al sol.
Celebramos que se cierra y se abre un nuevo ciclo, celebramos una nueva cosecha, pero, sobre todo, celebramos que el cielo nos vuelve a dar la oportunidad de hacer consciente nuestro paso por esta tierra.
Observar la manta que fue bordada con estrellas, nos hace entender y reflexionar lo que ya se ha recorrido y lo que está por venir.
Por eso dicen en los pueblos originarios, que cuando cumples una vuelta al sol, vale la pena tomarse un instante para ser consciente de toda la energía que llevas en tu nombre y en tu esencia.
Vale la pena abrir un espacio para agradecer la fuerza y la luz que te hacen único, vale la pena darse un respiro para elevar el espíritu. Un tiempo para sentirte dichoso y pleno de tu camino. Un alto para recoger los pasos ya andados y mirar el nuevo sendero que se descubre ante ti; la nueva vuelta al sol.