APRENDÍ a agradecer la vida al despertar por la mañana, a gozar los instantes bellos de cada día, la luz del sol que entra por mi ventana, el perfume y la belleza de una flor.

APRENDÍ a valorar la ternura del amor, a apreciar mi trabajo diario y los ratos de diversión tanto como el descanso, ir a la cama y dormir con la conciencia tranquila.

APRENDÍ a aceptar a las personas tal como son, sin querer cambiarlas, a vivir los buenos momentos con alegría, a resolver los problemas con entusiasmo y esperanza, he tomado conciencia de que la vida no se detiene, que se va rápido y que, en mí, solo en mí, esta mi felicidad.