Parece que el tiempo tuviera alas invisibles y nos rozara apenas al pasar.

Miramos hacia atrás y todo parece tan cercano, tan reciente,

como si los días se hubieran escapado sin apenas darnos cuenta.

Se fueron sin avisar, dejando huellas y sueños que aún esperan su turno.

Pero… hubo risas que aún resuenan,

hubo despedidas y comienzos, tropiezos y pequeñas victorias.

Y así, casi sin avisar llega el cierre donde el alma hace balance y

el corazón decide qué llevar y qué dejar.

El reloj no perdona, la vida tampoco,

solo queda seguir porque el tiempo no espera a nadie.

 

Victoria Martínez