La vida nos obliga a enfrentar constantemente el conflicto. Desde que despertamos por la mañana, hay que estar resolviendo situaciones que se dificultan. Desde que ropa usaremos, que desayunaremos, a que hora nos iremos, si hay mucho tráfico y llegaremos tarde al trabajo… ¡vaya! A cada instante debemos elegir cuál respuesta debemos tener.
Desafortunadamente en la medida en que reaccionamos oponiéndonos a las cosas cuando hay que resolverlas, nuestras emociones se van volviendo cada vez más difíciles de controlar o más bien de moderar.
Desde molestarnos, quejarnos, criticar lo que ocurre, hasta enfermarnos por estar la mayor parte del tiempo renegando a lo que nos sucede.
Pregúntate hoy… ¿Es que todo en la vida debería ser como a ti te gustaría?
He encontrado a lo largo de mi vida personal y profesional, algo contundente. Las personas que se adaptan rápidamente a las cosas cuando hay que hacerlas, casi sin pensar, suelen tener vidas menos insatisfactorias. Quienes aceptan que hay muchos detalles de la vida cotidiana que es mejor sacarlos lo antes posible sin molestarnos, llegan a tener mejor salud, más satisfacción en la vida, y menos problemas.
Por ejemplo, cuando una persona siente que algo no es como según ella debería ser, se resiste a la situación, reacciona impulsivamente y- pierde una cantidad enorme de energía para ese día…
Otra de las consecuencias de resistirnos a lo que nos ocurre está en que cada vez nos volvemos más y más intolerantes con las cosas y las personas. Al grado de casi querer manipular a Dios para que nos cumpla nuestros caprichos.
Pero la buena noticia está en que comiences a pensar en esto: Todo lo que sucede en tu vida es tal cual como debe ser. “Todo es correcto”.
Si tan solo pusieras más atención en cuando por alguna razón, no vas a una cierta reunión, no te aceptan en un cierto trabajo, no tienes pareja, o la tienes y te la pasas peleando… Es que aun no estas recibiendo el mensaje.
¿Cuál mensaje? Que cada evento de tu vida está allí para que aprendas algo importante. Cuando actúas con necedad, las cosas no salen bien. Muchas veces en mi vida, he agradecido algo que no se dio como yo hubiera querido. Recuerdo mucho una frase de una tía abuela que decía cuando algo no salía bien o ante su enfermedad “Sea por Dios”. Pero te aclaro, que la frase no es de resignación. Debería ser de aceptación. Recuerda lo siguiente, tú puedes aprovechar los limones que la vida te da de una forma natural, y hacer con ellos algo grande. Deja de aferrarte a las ideas de tu mente, y fíjate como puedes dejar atrás las quejas y el pesimismo.
Si tu vida no es como quieres, es para algo. Una idea que me ha ayudado a ayudar a otras personas es esta: “Todo al final pasa. Se resuelve de una forma o de otra”. Si no te gusta el resultado, quizás eso te sirva para tomarte más tiempo antes de tomar una decisión importante, y si lo que te molesta esta en lo cotidiano, ¿sabes qué? Puedes soltarlo. Y seguir adelante.
No te hagas la vida más difícil. Las personas que actúan exigiendo todo el tiempo perfección, terminan neurasténicas, y solas.
Por último, sé cómo el agua, que se adapta a la forma por donde pasa el río. O el agua que toma el espacio del vaso donde bebes.
Cuando el río se desborda destruye todo a su paso. Así son esas personas que al no aceptar lo que la vida les ofrece, terminan en soledad, vacío, enfermas o en el psiquiátrico.