La muerte llega siempre de forma inesperada, y prácticamente no estamos listos para recibirla. Desafortunadamente cuando se lleva a algún ser querido, suelen quedar asuntos pendientes con aquella persona. Los más afortunados resuelven con su familiar lo necesario y al morir este, hay algún alivio para el alma de quien se queda. La mayoría en los funerales, llora amargamente por todo aquello que no hizo, no dijo o no resolvió en vida, con el otro.

Hoy quiero preguntarte apreciable lector(a), si la muerte te visitará en sueños y te advirtiera día y hora en que viniera por ti, ¿Qué harías con el tiempo que te quedará restante? ¿A quién le dirías cuanto le amas? ¿Con quién platicarías toda una tarde solo por el placer de compartir un momento super especial? ¿Qué actividad realizarías que nunca te atreviste a llevar a cabo? Concretamente ¿Te arrepentirías de tus errores o de lo que no te atreviste a hacer?

Pero existe otro tipo de muerte. La muerte de los malos sentimientos, de los malos deseos, la muerte de las tentaciones, que nos roban poco a poco nuestra conciencia de lo divino. Si, como lo oyes. Cada día podemos desarrollar nuestra alma de una forma superior. O ir aniquilándola al llenarla de cosas banales y sin sentido.

¿Cuántas horas al día por ejemplo pasas consultando tus redes sociales? ¿Viendo videos de diferentes cosas realmente intrascendentes? ¿Cuántas horas diarias, te olvidas de quienes viven a tu lado por estar pendiente de cosas que no tienen ninguna relación directa con tu día a día?

Miles de oportunidades desperdiciadas. En lugar de aprovecharlas para dejar un legado de cosas valiosas en la vida tuya y de los demás. La acción que tienes a diario es lo que importa. ¿Hacia dónde pones tu atención diariamente?

Morir a las tentaciones que te bombardean a diario, es como imaginar a un guerrero listo para matar eso que te deja ciego de lo que importa realmente. Ciego de eso que no das a tus seres queridos, los momentos especiales, las risas, las aventuras compartidas, los besos, los abrazos, las caricias… porque el AMOR ES, ACCIÓN CONSCIENTE.

Te sugiero algo. Fíjate cómo cada día te olvidas de ti, de tus sueños, de las personas que te rodean. Cada vez que caes en esas tentaciones te estas muriendo, sin conciencia. ¿Qué te parece si en lugar de eso, te decides a “matar” lo que te roba la vida? Morir de instante en instante es estar alerta como vigía en estado de guerra.

Apaga tu teléfono un rato, salte de la rutina de estar “adormecido” y sin conciencia. Aléjate de esas distracciones y estarás comenzando a vivir una vida con sentido.

Morir de instante en instante es hacerte consciente de que puedes aprovechar esta existencia para conectarte en amor a Dios, a ti y a quienes te rodean.