El enojo es una de las emociones que cuando se desborda, puede llevar a consecuencias irreparables.

¿Cuántas veces al fragor de una discusión, se toman decisiones radicales sin pensar siquiera en las consecuencias de las mismas? Pero para la mayoría es muy difícil dejar de enojarse y a veces de enfurecerse.

“Soy de mecha corta” dicen algunas personas. Sin embargo, eso no debería ser la justificación para validar la falta de autorregulación, de una emoción que puede destruir desde nuestra salud, hasta las relaciones más significativas.

Pero ¿qué hay detrás del enojo e ira? Frustración, impotencia, deseo de controlar las cosas y a las personas. Querer que el mundo sea como yo quiero. Y si no es así, me enojo. Pero esta emoción nos dice mucho más. En realidad, ese enojo, no proviene de una situación actual. Viene de una herida de la infancia.

Pongo el ejemplo: si a ti te hicieron sentir torpe, inútil, poco inteligente, o bueno para nada… si detectas que alguien en la actualidad te lo hace saber, sentir o te insinúa eso, ¡Zas! Allí está el enojo. Porque hace eco en ti. Por eso la frase de lo “Que te choca, te checa” es muy cierta.

Los detonantes de tu enojo están relacionados con cosas que absorbiste en etapas muy tempranas de tu vida. El mecanismo automático llamado subconsciente, busca protegerte. Y la manera en que lo hace es haciéndote responder ya sea enojándote fuertemente, atacando, devaluando la opinión ajena, con agresión pasiva incluso (aquella que solo se muestra con muecas, ojos alzados, silencios que cortan el ambiente), porque si algo no lo traes dentro, no te duele.

Preguntaba hoy en uno de mis grupos de crecimiento para mujeres, ¿quién es el culpable cuando tú te enojas? Normalmente me contestan cosas como “el otro me hace enojar” … pero no es verdad. Sin embargo, hoy me sorprendió una joven, me dijo literalmente: La ignorancia doctora.

Si tal cual es, pero no solo la ignorancia de cómo responder en lugar de perder la cabeza al enojarnos, sino la verdadera ignorancia es acerca de nosotros mismos. ¿Qué nos duele? ¿Por qué nos detonan ciertas palabras, acciones de los demás?

La respuesta está dentro de ti. Pero honestamente sin ayuda, es casi imposible mirarnos más profundamente.

¿Quieres dejar de enojarte tanto? Comienza a mirarte más a ti, que a los demás. Y búscale por medio de aceptar que no puedes cambiar el mundo ni a las demás personas…y acepta que detrás de la ira, hay también un gran orgullo.

Trabaja con tus viejas heridas, asume que el orgullo es un gran defecto y que eres responsable de como reaccionas (si lo haces programado por tu subconsciente) o ya puedes elegir, responder de otra manera, sin enojarte tanto y con serenidad a veces.

La serenidad viene de la aceptación. No significa que no pongas limites o condiciones. Sino que aceptes cuando algo no es como quieres. Tú no puedes controlar a nada ni a nadie. Solo a tu propia vida. Pero cuando te vas conociendo. Si no, es casi imposible la transformación.